Los cazadores de brujas.
¿Cómo se desarrollaba un juicio por brujería?
Ante esta pregunta la idea más común es que se arrojaba indiscriminadamente a la persona acusada -normalmente una mujer- a la hoguera, todavía viva.
Esta impresión se debe en gran medida al arte, que ha inmortalizado algunas de las ejecuciones más famosas como la de Juana de Arco; pero precisamente por ello se trata de la parte más espectacular -y cruel- de un procedimiento muy reglamentado.
Resumen del procedimiento de juicio a una bruja

Si la persona acusada se declaraba inocente, era responsabilidad del tribunal probar su culpabilidad.
El primer paso solía ser el examen del cuerpo en busca de “señales del maligno”, tales como verrugas o lunares de forma “extraña”, que se creía eran evidencia de un pacto con el Diablo.
Si se encontraban dichas señales, solían ser suficientes para dictar sentencia. Sin embargo, este no era siempre el caso.
Si no se encontraban pruebas suficientes, el juicio avanzaba a una fase más intensa, conocida como interlocutoria tormentorum, un interrogatorio bajo tortura. El objetivo de esta fase era obtener una confesión.
Las confesiones obtenidas bajo tortura tenían que ser ratificadas posteriormente por la persona acusada.
La casa del alcalde de las brujas

La historia de Europa está llena de relatos oscuros y trágicos.
Los juicios de Salem en Massachusetts, EE.UU., en el siglo XVII son bien conocidos en todo el mundo, pero Europa fue en realidad el escenario de una cacería de brujas incomparablemente mayor. La magnitud de esta persecución fue tal que se ha quedado grabada en la memoria colectiva y ha dejado huellas en la arquitectura y la cultura popular.
Uno de los más inquietantes es la cacería de brujas que tuvo lugar durante la Edad Media. Decenas de miles de mujeres fueron quemadas en la Europa medieval acusadas de brujería. Esta caza de brujas no solo se limitó a las zonas rurales, sino que llegó hasta las ciudades más importantes y sus efectos se sintieron en todas las esferas de la sociedad. Un ejemplo de esto es el edificio más emblemático de una ciudad europea, conocido como "La casa del alcalde de las brujas". Este nombre no es una mera casualidad, sino una referencia a un cazador de brujas que vivió allí en el siglo XVII y supervisó los últimos juicios de brujas. Este personaje, cuyo oficio era perseguir y juzgar a las supuestas brujas, se convirtió en una figura destacada de su tiempo, y su casa es hoy un recordatorio de aquellos tiempos oscuros.
La presunción de inocencia era un concepto desconocido y la sola acusación de brujería ya se consideraba una prueba incriminatoria.

El 30 de mayo de 1431 Juana de Arco fue sentenciada a morir en la hoguera en Ruán (Francia). Se la acusaba de hereje, reincidente, apóstata e idólatra: el proceso fue ideado por los ingleses para desprestigiar al rey de Francia, que había obtenido el trono gracias a ella.
La cacería de brujas en Europa es un capítulo oscuro de la historia que debe ser recordado. No solo como una lección de los peligros de la superstición y el miedo irracional, sino también como un recordatorio de la importancia de la justicia y el respeto a los derechos humanos. Porque, al final, las verdaderas brujas no eran las mujeres acusadas, sino la intolerancia y la ignorancia que las condenaba.