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Entre jardines y faroles.

Actualizado: 6 jun


Hola me llamo Marcela Ospina y vivo en el oriente antioqueño.

Nací en Medellín, Colombia.

Mi familia está conformada por mi perro Parky y yo, además de mi madre, hermano mayor, hermana menor y dos hermosos sobrinos (Miguel y Maité).

Muchos han sido los lugares (locales casi todos) donde la vida nos movió como familia y luego como ser individual, desde barrios como Belén Fátima, en Medellín Colombia, pasando por Cancún México e Isla Fuerte Colombia, hasta regresar al oriente Antioqueño en Colombia.


Estudié la básica primaria en el colegio Los Almendros, donde fui becada los cinco años de la primaria, aunque con una mala disciplina.

De niña jugábamos a: «chucha americana», «golosa», «Stop», «pañuelito»,« seguimiento en bici»; juegos típicos de barrio. También jugaba con las barbies (yo venezolanas y mis primas las originales).


Mi barrio Belén Fátima, donde nací, en casa de mis abuelos, era mágico.

De calles largas, aceras amplias, casas típicas de Medellín, con jardines y faroles en su frente. Recuerdo mucho unos árboles que tenían unas flores rojas con las que jugábamos que parecían «Superman», así como unas flor blancas y pequeñitas que olían delicioso en las noches, (azahares), y que cuando tengo la fortuna de oler hoy en día, me remite de inmediato a esos años maravillosos. Algo parecido me ocurre con el olor de las pelotas de plástico.



De niña soñaba con: Ser karateka, patinadora, gimnasta y veterinaria.

Recuerdo la tienda de doña Ligia, donde comprábamos «los mugrosos bolis de anilina». Luego la tienda de don Antonio, que era un poco más “Gourmet” y, la tienda del Pastuso, que tenía fama de ser costosa; la panadería del frente de la casa, donde vendían unas galletas de mantequilla adictivas. Las mismas que disfruté año a año, aun estando en la universidad. Mi abuelo, siempre me tenía un paquete completo de galletas con un litro de leche.

Recuerdos de mi infancia:

Montaba en bicicleta, jugaba al muñequero con mi abuelo y tenía muchos libros para colorear, era uno de mis pasatiempos favoritos.

Leía cuentos de adultos como el Viejo y el Mar, El Túnel, Don Quijote de la Mancha y todos los libros y audiolibros que encontrara de inglés, y si eran nuevos, mucho mejor.

Con mi hermano y mi primo, casi de mí misma edad, jugábamos «al noticiero» y algunas veces cantábamos, aunque ellos se burlaban de mí por desafinada.

Hacía manualidades cada Diciembre: campanas, cerámicas, manteles pintados a mano y, como guardaba las cajetillas de cigarrillos Marlboro de mi madre que en ese tiempo abundaban, las forraba con papeles de regalo para convertirlas en muebles para mis barbies.

Pertenecía a la banda del colegio Universidad Pontificia Bolivariana (en adelante UPB) y, soñaba con ser karateka. Mis padres sólo me dejaron asistir a tres clases porque me iba a volver ruda o “marimacha” como decían en aquel tiempo y estuve un día en clases de patinaje porque mis padres no tenían tiempo para asumir este compromiso. Así, que a los nueve años, cogí unos patines talla 41 y con ellos monté por años por las calles de Laureles. La verdad lo hacía muy bien.

Cuando era adolescente un día...

No terminaría de contar las infinitas historias que abrazan mi adolescencia y mi época de bachillerato (una de las mejores de mi vida).


A los doce años me expulsaron de la UPB e ingreso al colegio Ateneo Horizontes.

Allí cada día era una aventura y tuve la fortuna de conocer a mis mejores amigas con las que vendíamos pan en los buses de Laureles, pedíamos dinero en el Centro Comercial Unicentro diciendo que necesitábamos para los pasajes, y luego con lo que conseguimos comprábamos deliciosas hamburguesas. Nos subíamos en las llamadas “Zorras” (caballitos de carga) y, mientras yo galopaba, mi mejor amiga repartía flores y besos por la ciudad.

Éramos muy buenas estudiantes, pero sin duda alguna un terrible problema disciplinario para nuestro amado colegio Ateneo. Recuerdo a Doña Miryam, mi rectora , a quien amé, ella fue infinitamente paciente con mis locuras y por ella, en mi último año de estudio, decidí transformarme y «coger juicio», siendo merecedora de la Medalla al Mérito al cambio. Fue una final apoteósico e inolvidable.


Estudié: Diseño gráfico en la UPB. Decisión ambivalente entre esta carrera y veterinaria. Y bueno, al fin elegí el camino del artista.


Me Enamoré: De Nicolás, a los 17 años. Fue mi primer gran amor.

Mi vecino era Nicolás de veinticuatro años, un bogotano de padre argentino; rubio y rizado, con ojos color océano y con un carácter fuerte y decidido, forjado al perder a su padre cuando era sólo un niño.


Gran parte de mi vida la pasamos itinerantes entre Medellín e Isla Fuerte, precioso y paradisiaco lugar donde vivimos en familia las más inolvidables aventuras que rayaban con la locura: Naufragios, babillas a bordo, submarinos oficiales, historias de brujas en cada temporada; levantar nuestra cabañas desde la nada, entre muchas historias más.


Allí, en este hermoso lugar, nos enamoramos y disfrutamos un amor tipo película “La Laguna Azul”. Salíamos juntos a remar, íbamos a ver el atardecer al faro principal, nos dormíamos en hamacas mientras mi madre gritaba a los lejos: «Marcelaaaaaaa, éntrese yaaaaaaaaa» . Esquiábamos cada día, salíamos de pesca, rescatábamos pelícanos en el mar; aún conservo una de estas fotos. Y luego a la realidad, volver cada uno a su ciudad.


Estudie: Diseño gráfico en la UPB. Decisión ambivalente entre esta carrera y veterinaria. Y bueno, al fin elegí el camino del artista.

Hijos e hijas: nunca quise.

La mayoría de mis años me negaba rotundamente a ser madre debido a las experiencias vividas en mi familia, donde tuve espejos de ver cómo era ser madre, más que felicidad, era una gran carga y sacrificio de vida. Luego, puedo decir que hace seis o siete años, lo veo diferente gracias a mi transformación personal. Sin embargo, creo que en esta vida no elegí serlo


Puedo decir que soy una mujer multi pasiones.

El deporte:

Jugué voleibol con mi colegio, luego toda mi carrera universitaria donde conocí el Vóley-playa. Me enamoré y me apasioné, y pese a que ya estaba de edad “avanzada” para comenzar un nuevo deporte, logré pertenecer a la Selección Antioquia, entrenar y competir año tras año hasta el año 2015.


Amo la música, cantar, componer, caminar con mi perro, escribir, meditar, estar en contacto con la naturaleza, hacer deporte, montar en bici, compartir planes tranquilos y en familia, los animales, tocar guitarra, escribir, ilustrar, crear proyectos para un mundo mejor, la buena comida, la astronomía, las aventuras, las cosas simples, el sonido de un amanecer, la educación, aprender, aprender y aprender cosas nuevas.


Mis logros:

Creo, sin duda alguna, que mi mayor logro es ser la mujer y el ser humano que soy hoy.

Ha sido un largo proceso lleno de historias y de recuerdos de todo tipo: alegres y muy fuertes, donde emprendí por decisión propia hace muchos años mi propio viaje del perdón conmigo misma, con mi familia y con lo mal aprendido, liberándome día a día de errores del pasado y de creencias instauradas, para caminar y vivir cada vez más libre, más consiente y más feliz.


¡Soy mi mejor versión, hoy!

En este momento de mi historia de vida:

Sigo mi corazón.

Preparo el lanzamiento de mi nuevo sencillo y video clip.

Preparo el lanzamiento de mi causa infantil con su modelo social estructurado.

Hago deporte cada día.

Disfruto de mi perro y de cada animal que pueda ayudar.

Disfruto de mi familia y soy la mejor Tía del mundo: la más DiverTía (jajaja)

He descubierto un gran don para la educación y cómo, el haber conectado de manera genuina con niños y niñas, me permite conectarme con mi amado sobrino Miguel de una manera única y especial: desde el juego, la locura, la formación, la creatividad y la guía que soy en su camino.

Curso mi especialización en GROWTH MARKETING con el Grupo Convierte Más y la Escuela Florida Global University.

Quiero ser más consiente cada día. Expandirme y tener una mente correcta, esa es mi prioridad con Dios.


“El agradecer parece ser un medidor de lo felices que estamos.”

Durante toda mi vida: he sido espontánea, he reído fuerte, he sido valiente (ejemplo de mis padres), he seguido mis sueños y los he hecho realidad. He sido Artista, he amado los animales y la naturaleza, he amado estudiar y aprender, he amado el plátano con quesito.

He sido honesta y de gran carácter, también sensible, he conservado a mis mejores amigas y amigos, he sido poeta y solitaria. Disciplinada, trasnochadora y familiar.

Soy feliz, Si, absolutamente. No faltan los días grises, pero el gris también es un color.

Voy aprendiendo que: no es el lugar donde vivo, es el estado del ser en el que habito.

Soy como Dios me ve, santa plena y resplandeciente en el reflejo de su amor.

Yo me veo, sin duda alguna, como

UN ALMA CREATIVA ENCENDIDA.

Si la vida me dijera: hasta acá…
Diría entre risas: ¡No joda: me va a tocar volver a nacer !
He hecho muchísimas cosas que he querido, pero aún me falta ver la magnitud de lo que hay para mí. Y terminaría diciendo: ¡No quise, lo hice!

Este es el resultado de mi palabreo vía Online ,con la hermosa y talentosa dama Marcela Ospina.

Gracias por compartirnos tu inspiradora historia.

Con Amor: Elena L.


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